Hermana
La Hermana Pilar Rodríguez Merlo es Hermana de la Caridad de Santa Ana. Es española, originaria de Palencia, y es misionera en Mukila, en la República Democrática del Congo.
¿Hay muchas diferencias entre tu país de origen y el que ahora acoge el centro en el que trabajas? ¿En qué aspectos notas un cambio cultural?
Claro que hay diferencias y…. semejanzas. Soy de Palencia (España), un país de entrada del primer mundo, y donde me encuentro es en plena selva en Mukila (República Democrática del Congo) un país del tercer mundo. Esto ya nos hace pensar que las diferencias son grandes, en el poblado no hay luz, ni agua, la gente recorre el mínimo de un kilómetro de difícil acceso para ir a por agua y transportarla en la cabeza, esta es la realidad visible, pero hay otra realidad más difícil de entender, la vivencia de culturas ancestrales que llegan hasta nuestros días. Hay que meterse mucho en el pellejo del otro para llegar a comprender el día a día de su experiencia de vida, las motivaciones que les llevan a actuar de una manera concreta y llegar a apreciar la riqueza que estos pueblos encierran, aunque por cultura choque con nuestra mentalidad.
Los cambios culturales son fuertes, el estilo de familia es abismal al nuestro, aquí la persona que tiene la suerte de tener trabajo, siempre será pobre, porque tiene que soportar a toda la familia, cercana y lejana, es decir por mucho que gane nunca le llega el dinero para vivir decentemente. La superstición, el embrujamiento está muy metido en la cultura congolesa, creando mucho más sufrimiento que el que encierra la misma pobreza.
¿Te resultó difícil integrarte en la comunidad?, ¿te costó sentirte cómoda en el entorno local?
No me resultó difícil integrarme, gracias al cariño y acogida de las Hermanas, en casas de misión la intensidad, diría yo, es mucho más fuerte, la unión más plena, porque la dura realidad te hace vivir con más conciencia la vida de comunidad, la vida de oración, la vida de fidelidad.
Personalmente me sentí cómoda desde el primer momento, es lo que había soñado desde hace tiempo, vivir con los pobres, es verdad que en todos los sitios hay pobres, pero aquí al ser una realidad común se ve con más viveza, el poder abrazar y besar a un niño, que tal vez nunca ha recibido un beso (en esta cultura no se besa a los niños) por eso la extrañeza de los demás cuando tu les besas, es algo que no se puede expresar fácilmente, esto es cuestión de sentimiento.
¿Cuál es la misión del centro en el que desempeñas tu labor?, ¿a qué necesidades da respuesta?
En esta Misión se realizan varias tareas, tenemos hospital, Centro de Salud, Centro nutricional (porque hay muchas personas, especialmente niños, mal alimentados) y una escuela Maternal, donde se forman niños de tres a cinco años, antes de comenzar primaria, que es lo obligatorio.
Mi trabajo aquí es la Gestión del Hospital y del Centro de salud, pero mi misión va mucho más lejos. Os podéis imaginar que a esta realidad no se puede venir a contar dinero, es algo que hay que hacer, pero no lo más importante. Lo necesario es repartir cariño, una sonrisa, una mirada de comprensión, un estar atenta a la realidad de la persona que llega, tal vez sin medios. Transmitir en todo lo que hacemos, decimos y vivimos que hay un Dios que nos sigue amando a pesar de los pesares, y que a través nuestro se siga haciendo presente el espíritu de María Rafols y Juan Bonal.
A parte de esto, hay muchos campos que hay que cubrir, y que cada una según su capacidad y tiempo colabora al bien común.
¿Cuáles son las dificultades a las que te enfrentas en el día a día?
Una de las dificultades más importante es la lengua, aquí en este poblado se hablan como mínimo tres dialectos y dos lenguas (Lingala y francés), el problema es que el francés lo hablan muy pocas personas, normalmente los que han estudiado, los enfermeros, profesores, etc, pero la gente de a pie habla la lengua materna, el kipelende, kikongo, kiaka o lingala. Un objetivo propuesto para este año 2014 es aprender el dialecto, para poder estar más cerca de los pobres, los enfermos, aquellos que realmente son “los nuestros”.
¿Cuál crees que sería la forma de abordar los problemas que tenéis?, ¿cuál es tu visión acerca de lo que hace falta para encontrar soluciones?
Tenemos muchos problemas, estos no faltan, y los problemas se solucionan lo mejor posible, aunque hay veces que la falta de medios, no sólo económicos, sino personales, hace que las soluciones se compliquen. Una solución sería que hubiese vocaciones suficientes para dar respuesta a muchos campos que por falta de personal no llegamos.
¿Cuál ha sido el día más feliz para ti desde que estás en el centro?
Pues he tenido más de una alegría, pero si tengo que contar una os puedo decir un día que llegó un niño de tres años con una malaria a punto de morir, y no se encontraba donante, al oírlo me presente en el laboratorio, y doné sangre gracias a la compatibilidad, cuando llegaron a ponerle la transfusión vieron que el niño se moría, con todo comenzaron con la transfusión, y vi con asombro que el milagro que tanto recé se había hecho realidad, y el niño poco a poco mejoró. Sentí una gran alegría interior, y me dije esto sí que es dar gratis lo que se recibe gratis.
¿Crees que el apadrinamiento y la colaboración son importantes?, ¿qué suponen para la comunidad las figuras del padrino y el colaborador?
No sólo importante, sino necesario, porque es la vida de una persona la que está en juego, es su futuro y como tal el futuro de su pueblo y de su país. Un niño que estudia, que se forma, puede pensar por sí mismo y dar respuesta y solución a muchos interrogantes, que de otra manera se sentirían manipulados y avocados al fracaso en su vida. El padrino lo que hace es regar una semilla que el día de mañana será un árbol que de fruto. Esto la comunidad lo agradece enormemente porque está viendo procesos empezados hace tiempo, que ya han comenzado a dar sus frutos, es decir niños que gracias a la colaboración del padrino, hoy están en la universidad, o están trabajando porque han sacado un Título del Estado, que les abre muchas puertas para sí mismos y para ayudar a sus familias.
¿Crees que el primer mundo está suficientemente sensibilizado y concienciado con la realidad del país en el que desempeñas tu labor?
El primer mundo conoce muy bien lo que pasa en estos países de misión, ahora más que nunca la información es rápida y la realidad se palpa desde las pantallas de televisión, lo que pasa que nos hemos hecho un poco insensibles a esta realidad, y a veces no por sentimiento sino por desconfianza, me explico, nos creemos la realidad de la pobreza en estos países, y el corazón nos lleva a decir, ¡puedo ayudar un poco! Pero el interrogante surge rápido, ¿es qué mi aportación llega, o alguien la disfruta por el camino? A la gente le cuesta ganar su dinero, y más ahora con la crisis, y desconfía de la eficacia de lo que se dice ¡llega integro! Os puedo decir desde Mukila, que aquí se nos da el dinero por cada niño integro, y nosotras de una manera u otra lo hacemos llegar a los interesado, el padrino da su aportación con un fin, y nosotras estamos aquí para cumplir ese fin, no sólo damos lo que nos llega, sino que día a día damos nuestras personas, nuestros esfuerzos y nuestras vidas.
África es el continente más pobre del planeta, más de 50.000.000 millones de personas pasan hambre, mientras que una de cada tres, no tiene acceso al agua potable. Después plagas como el SIDA, las guerras tribales, la corrupción, las sequias en ciertos periodos anuales, la desigualdad de género, las enfermedades como la malaria, tuberculosis, fiebres tifoideas etc hacen que la solidaridad internacional también se implique día a día y preste su colaboración por crear un mundo un poquito mejor. Porque no podemos olvidar que la piel es la misma, sea cual sea el color, y bajo ella late un corazón, con la misma capacidad de sufrir y de amar, porque el color no nos hace diferentes, ni más humanos, ni más inteligentes.
¿Cuál sería tu mensaje para nosotros?
Mi mensaje es concreto, ayuda al que tiene menos que tu, y recibirás más de lo que das, pues Dios no se deja vencer en generosidad, y da el 100 por uno, haz la experiencia, y luego me lo cuentas.
Hermana Pilar Rodríguez Merlo
Hermana de la Caridad de Santa Ana