Una lección de valor, coraje y supervivencia.
Muchos hemos tenido la ocasión de ver la película "Viven" y sentir de cerca el valor de aquel grupo de jóvenes jugadores de rugby que dejaron una parte importante de sus vidas en las montañas heladas de los Andes. Sin embargo cuando te lo cuenta en persona Nando Parrado, protagonista de aquella dramática realidad, comprendes dos cosas. La primera, que pudieron comprobar donde se encuentra la barrera del límite humano y la segunda que a sus 20 años volvieron a nacer y por ello, como el dice, cada día celebra un nuevo cumpleaños.
¿Cómo fué el accidente Nando?
Todo fué muy rápido, recuerda Nando. Yo veía pasar las rocas muy cerca de las alas y de repente se oyó una gran explosión seguida de gritos, aire helado y cosas volando a mi alrededor y no sentí más. Desperté tres días después con tres cortes en la cabeza y lleno de sangre.
¿Qué sentiste al despertar?
Me costó reacionar y comprender lo que había pasado. Después lo primero que hice fué preguntar por mi madre y mi hermana. Las había invitado a ver el partido. Muchas veces me he castigado con la pregunta ¿porqué las invité?. Aprendí que hay respuestas que uno no debe buscar porque no existen. En ese momento me enteré que mi madre había muerto y que mi hermana estaba muy grave. Murió pocos días después en mis brazos.
¿Cómo se consigue sobrevivir a 3.500 metros de altura, con temperaturas de 30º bajo cero y rodeados de hielo y nieve?
Vivíamos con un temor profundo y constante. El miedo era físico y profundo. Las 24 horas del día. Nada es comparable a lo que pasamos allí. Cada minuto pensábamos que no había salida y que moriríamos un día u otro. Se nos ha conocido por cómo logramos sobrevivir: alimentados de carne humana. Llevábamos 10 días sin comer y los "médicos" roberto Canessa y Gustavo Zerbino, en realidad estudiantes de medicina, insistían en que las únicas proteínas estaban ahí, y así lo hicimos. Era muy sencillo y no teníamos opción. Era la diferencia entre vivir o morir.
¿Con qué medios contábais?
Con pocos o ninguno. Es difícil imaginar este accidente con la ropa puesta de hoy, sin comida, sin agua, sin medicinas, sin preparación alguna, muy jóvenes... a los cinco días el reflejo del sol en el glaciar nos estaba dejando ciegos e inventamos unas gafas con el plexiglás del piloto metido en unos plásticos de los asientos y con alambres de los cables del avión. También hicimos bolsas para dormir, un sistema para recoger agua aprovechando lo que el sol podía deshelar, zapatos de nieve o bastones por ejemplo.
Teníamos unos 1.000 dólares y los quemamos por un momento de calor. Estas pequeñas cosas nos salvaron la vida. También fué decisivo el instinto, el trabajo en equipo, la solidaridad, nuestra amistad y la suerte.
Uno de los momentos más duros fué cuando oísteis por la radio que dejarían de buscaros.
Sí, recuerdo que lloramos todos: Estábamos condenados a morir.
Aún así ¿tiraste la toalla?
Si, en muchas ocasiones. A los 29 días, mientras dormíamos, una avalancha de nieve cayó por la montaña y entró en el fuselaje del avión sepultándonos a todos. Los esfuerzos para salir de la nieve fueron horribles. Perdimos a 8 amigos. Quien haya visto la película tiene en la mente imágenes en color, con luz y no es así. Estábamos a oscuras en algo que se había convertido en nuestra trampa.
¿Cómo pudiste salir de allí?
Nos preparamos durante dos meses y el 12 de diciembre partimos Roberto Canessa, Vizintín y yo. Teníamos que superar una cumbre de 4.500 metros de altura para buscar ayuda. Creíamos que desde allí veríamos los valles de Chile. Tardamos 4 días en llegar y fué un momento horrible. Desde allí vimos cientos de cordilleras heladas y en ese momento decidí que moriría caminando. Seguimos andando y descendiendo la montaña atados de una cuerda de nylon. A los 6 días vimos los primeros signos de vegetación. Comimos las hierbas y los juncos. Al 8º día el primer momento de civilización: una lata y una herradura y después al décimo día encontramos a un pastor. A partir de ahí al día siguiente subimos en helicóptero a buscar a nuestros compañeros.
¿Qué recuerdos tienes de la vuelta a casa?
Muy impactante porque mi habitación no tenía ni ropas ni recuerdos. Todos me habían dado por muerto y volver a casa después de morir es fuerte. Hoy ya no existe dolor ni soy un martir. Lo pasé muy mal y ahora disfruto de cada momento de mi vida.
"Cada uno tiene su propia cordillera alguna vez, vuestros ahijados también han sufrido experiencias que han tenido que superar al límite de sus fuerzas".
¿Qué opinión te merece el proyecto amigos de los niños del mundo?
Yo admiro vuestro proyecto. He tenido ocasión de conocer muchas personas que trabajan en favor de otros que tuvieron menos suerte por nacer aquí o allí. Podríamos hablar de niños que lo pasan muy mal en un lugar del mundo y siempre referirnos a otros que sufren por distintas causas en otros lugares del planeta.
¿y su fórmula padrinos.org a través de internet?
Nunca dejo de sorprenderme. Hace muchos años que perdí esa inmortalidad que creímos tener a los 20 años y se que cualquier ayuda, por mínima que sea, es bienvenida por quien no tiene medios para nada. Os animo a seguir con esta labor y a seguir trabajando para dar a conocer esta idea tan interesante.
Muchas gracias Nando. Te deseamos lo mejor.
Y yo a vosotros. Para mi vivir esta entrevista ha sido un premio.
-Algunos Datos.
Fecha del accidente: 13 de Octubre de 1972
Avión accidentado: Fairchild FH-227 de 2 motores.
Longitud del avión: 24 metros.
Habitáculo después del accidente: 6 metros.
Compañía aérea: Fuerza aérea Uruguaya.
Capacidad: 48 pasajeros.
Víctimas por el impacto en la montaña: 13
Víctimas por el alud del 29 de Octubre: 8
Fallecidos en días anteriores y posteriores al alud: 8
Supervivientes: 16
Altitud del impacto: 3.500 metros
Temperatura mínima: -40º C
Temperatura máxima: -6º C
Fecha de rescate: 22 de Diciembre de 1972
Nando Parrado
Fundador de dos Productoras de Televisión