Los niños: herederos de la guerra
La guerra no tiene edad. En medio de esa primitiva locura que obliga al hombre a demostrar su poder por un trozo de tierra, riqueza o religión siempre queda marcado el drama en el mas débil: el niño. La hermana Mercedes está pasando unos días en España. Tuvimos ocasión de hacerle unas preguntas sobre Rwanda, sus niños y su situación 8 años después de la guerra. Nos sorprendió.
¿Cómo es la vida de un niño en Rwanda un día cualquiera?
Se levanta y antes de ir a la escuela va a buscar leña y agua. Algunos, los mas afortunados, toman harina "sorgo", una especie de cereal, otros llegan a clase en ayunas. Comienzan su clase a las 8 y salen a las 12, las aulas son de unos 60 ó 70 niños, no hay sitio para mas, unos van a la mañana y otros a la tarde. No tienen libros, el nivel de conocimiento es muy bajo pero es importantísimo que no dejen la escuela.
Al salir de clase van al comedor unos 40. Les damos judias, en Rwanda son como el arroz para los chinos, con un tubérculo llamado "manioca" o patata dulce que es algo parecido a un boniato. Echamos un trozo de carne, a veces medio huevo.
A las 2 entran otra vez a clase y están hasta las 5 y después juegan como todos los niños aunque aquí no hay balones, los hacen con hojas de plátano. También juegan mucho con llantas de bicicletas.
A la noche cenan si ha sobrado algo del mediodía. Normalmente si la cosecha es buena y tienen para todo el año les llegan las judias. Hacen también una salsa con el cacahuete machacado que lo mezclan con las judías y es muy rica en vitaminas.
¿Cómo es la vida de los padres de estos niños?
Contaré de quien los tiene porque muchos padres murieron en la guerra y otros están en la cárcel.
Tienen un pequeño terreno alrededor de la casa. La que lleva el peso del hogar es la mujer. Ella es como el signo de fecundidad, se preocupa de la formación de los hijos, de la alimentación, trabaja la tierra...
Si el padre es bueno, es mas dado a ver si encuentra un salario, una obra, un comercio... y suele dar el dinero a la mujer para su administración, aunque por constumbre el bolsero es el hombre. Este suele comer y beber bien. Entre ellos se juntan en pequeñas tiendas y matan cabras y se hacen asados con pinchos. Difícilmente están desnutridos. Los niños y las madres si.
Cuando ha citado a los padres que hay en la cárcel he tenido la sensación de que me trasladaba una tragedia.
Así es, hay muchos en la cárcel. Niños que tienen a su padre y madre en la cárcel y están acogidos por otras familias. En las cárceles no se alimenta a los presos, esta es una responsabilidad de las familias y esto repercute en la educación de los niños de forma desastrosa ya que habitualmente ellos son los que llevan la comida a sus padres perdiendo tiempo de su formación.
El niño se desplaza hasta la cárcel. A diario se ven largas filas de niños con un cubo en la cabeza llevando algo de alimento a sus padres. Allí esperan hasta que al policía le parece oportuno pasar la comida al padre o la madre y a la noche vuelven desolados a casa, después de un día entero.
Horas de camino para ir y otras tantas para volver ¿cuánto llevamos así?
Unos 8 años, desde que acabó la guerra, pero no son casos aislados, hay muchísimos.
... y todo esto con el consentimiento de la ONU. He oído muchas denuncias pero la zona de los grandes lagos sigue sin solución. ¿y los pobres?
No tienen nada. Un salario puede ser de 1 Euro al día y cualquier enfermedad, por ejemplo un parto, puede costar en el hospital 80 Euros. Las enfermedades tienen difícil solución porque la medicación es muy cara. Además si pensamos que no tienen defensas cualquier cosa puede ser mortal. Ahora estamos con malarias, disentería y mucha meningitis. La tuberculosis es muy fácil de contagiar, duermen sin espacio y cara a cara.
En la guerra hubo muchos abusos y se contagiaron mucho el sida.
Hablemos de los costes de vida en Rwanda.
Al mes, un profesor de básica gana unos 60 Euros, un médico unos 250 Euros, un obrero de la construcción unos 30 Euros. Una cerveza vale un Euro, un kilo de carne de vaca cuesta 2 Euros, una camiseta usada vale 60 céntimos, un pantalón un Euro. En el mercado las judías verdes cuestan un Euro, como en todo y según el tiempo y las cosechas cuando no ha sido buena es carísimo. El azucar vale 2 Euros y la leche 50 céntimos.
Nuevamente es de alabar a las madres que son capaces de sacar a una familia adelante con este panorama. ¿nos puede contar alguna anécdota?
Habimana es un pequeño de 10 años que durante 8 ha creído que no tenía a ningún familiar. Estaba acogido por otras personas. Un día al ir a la fuente a por agua a una señora que había ido a buscar trabajo, le parece que tiene rasgos parecidos a su hermana y efectivamente así es. El niño hoy es feliz con su tía.
Recuerdo otra con picaresca.
La tía acoge a dos huérfanos, chica y chico. Este último se llamaba como su propio hijo. Venía al centro a por víveres, material escolar, etc... Hace 8 meses que la familia del padre se quiso llevar a los dos y se los lleva, vive a 7 kilómetros, en Muchinga.
La mujer seguía pidiendo los víveres que le correspondían a sus dos sobrinos, y para poder hacerlo presentaba las notas de su hijo, del mismo nombre que el sobrino. Decía que la niña había muerto, así que las hermanas le dábamos la ración correspondiente al niño.
Siguió cogiéndo víveres y un día la chica, su sobrina supuestamente difunta, fué a Mugina a casa de otros familiares que sabían del engaño y le contaron la comedia a la niña. Esta con sus 12 años vino al centro a contarnos que no había muerto y que su hermano estaba con ella para nuestra felicidad.
La señora tenía que venir por esos días a por la ración de la niña, y cuando apareció le contamos que sabíamos la verdad. Toda la fila se partía en carcajadas y la señora nos dijo: "yo dije eso porque la niña estaba muy mala y se iba a morir"..
Vamos, que la picaresca no es patrimonio del Lazarillo español. ¿cual ha sido su mayor impresión en Rwanda?
Un día oí gritar y al acudir el padre Isidro estaba muerto bajo un charco de sangre asesinado por algún ladrón. También viví lo de la mina que mató a las hermanas.
Y ¿la mayor alegría?
Cuando después de un mes, en el centro nutricional ves a un niño que comienza a sonreir. Antes le picaban las moscas y no se reía, ahora es dichoso. También fuimos muy felices con el recibimiento que nos hicieron al volver después de la guerra. Las gentes nos abrazaban y se les llenaba la cara de alegría al vernos regresar. Muchos ni se lo creían.
Ahora y después de su breve estancia en España sin duda esta escena se repetirá.
Gracias hermana y feliz regreso a Rwanda.
Gracias a vosotros y os contaré mas cosas de esta Rwanda.
Hna. Mercedes Sánchez
Hermana de Santa Ana - En Rwanda