Superiora de la Escuela Maternal de Tiemelekró, en Costa de Marfil
Hablamos con la Hermana Rosalie, Superiora de la Escuela Maternal de Tiemelekró, en Costa de Marfil.
Su testimonio es un ejemplo de dedicación diaria a los más necesitados.
¿Qué trabajo se lleva a cabo en la Escuela Maternal?
Aquí atendemos a niños de 3 a 5 años, preparándoles para recibir la educación primaria. Tienen clase por la mañana y por la tarde. Cantamos para que aprendan , con canciones sencillas que les enseñan a mover las manos, hacer líneas e, incluso, formar letras al final del período. También les enseñamos matemáticas básicas por medio de formas geométricas, cubos, juguetes...
Habéis realizado proyectos con Fundación Juan Bonal, háblanos de ello.
Hace tiempo, los niños venían por la mañana, atendían sus clases y volvían a casa para comer, retornando al centro por la tarde. Esto era un problema, ya que algunos viven muy lejos y, al ser tan pequeños, se cansan y les costaba mucho mantener la rutina. Gracias a la Fundación, construimos un comedor que permite que los niños pasen aquí todo el día, ahorrándose el viaje a mediodía y facilitándoles que descanses un poco después de comer. Es un cambio muy importante para ellos, y así hemos conseguido mejorar la atención que les brindamos. Además, nos aseguramos de su correcta nutrición, lo que es vital para su desarrollo.
¿Cuáles son las mayores dificultades a las que os enfrentáis en el desempeño vuestra labor?
El principal obstáculo es la lengua: las familias vienen de diferentes lugares, algunos lejanos, y hablan sus lenguas nativas, no el fránces. Enseñamos a los niños, y éstos comienzan a hablar en francés, pero luego vuelven a su entorno y hablan en lengua nativa, con lo que olvidan lo aprendido.
El segundo problema es el paso de los niños a la escuela primaria. El gobierno de Costa de Marfil no da importancia a la educación, y los profesores no tienen siempre el nivel adecuado. El resultado es que, a vees, pasado un año vemos cómo algunos niños han perdido la motivación lo que aprendieron con nosotras. Nos hemos llegado a plantear la posibilidad de construir una escuela primaria aquí, e incluso las familias nos lo piden, pero por el momento es solo un sueño: sería demasiado costoso, y los recursos necesarios no están disponibles.
¿Qué es lo que más feliz te hace al desarrollar tu trabajo en la Escuela Maternal?
Lo que más me hace sonreír es ver el cambio que se opera en los niños. El primer día, muchos viene llorando, no quieren estar aquí, no hablan... Para Navidad, los niños ya hacen pequeñas representaciones de teatro, memorizan y hablan el francés, juegan, etc. Invitamos a los padres a asistir a las representaciones de teatro, y no se lo pueden creer. Es una gran fiesta, y se sorprenden de los progresos de sus hijos. Esos momentos son muy especiales.
Luego, durante las vacaciones de Navidad, algunos lloran y preguntan acerca de cuándo van a volver a la Escuela Maternal, porque tienen muchas ganas de ver a las Hermanas y a sus amigos.
Estos progresos son el resultado de nuestro trabajo, y eso nos llena de alegría.
Pero la atención que prestáis en la Escuela Maternal es integral, ¿no es así?
Sí. Algunos padres me han comentado, sorprendidos, que les sorprende ver una atención más allá de la meramente intelectual. Ellos suelen pensar que aquí sus hijos son educados solo en lo académico, pero se trata de una educación integral que cubre todas las habilidades y desarrollo necesario para adaptarse a la vida de un modo digno y autónomo. Se sorprenden, por ejemplo, al ver que las Hermanas limpian la nariz de los niños, les ayudan a vestirse, incluso les limpian si no pueden controlar las deposiciones. Hay que hacer todo lo que es necesario para formar a la persona en todos los ámbitos básicos, para dotarle de todo lo que va a necesitar en el futuro.
¿Qué supone para vosotras la ayuda de los padrinos y colaboradores de Fundación Juan Bonal?
Nosotras estamos en contacto directo con las necesidades del entorno cada día y, además de nuestro trabajo, es necesaria la ayuda de la Fundación para cubrirlas. Muchas de estas necesidades no se podrían cubrir sin la solidaridad de quienes colaboran con nosotras a través de la Fundación.
Buscamos formas de ayudar a más niños, de llegar a más personas, ya que todavía existen muchas familias que no son conscientes de la importancia de la educación para sus hijos. Hacemos visitas a los poblados de la zona y seguimos encontrando niños sin escolarizar. Con la ayuda de los padrinos, vemos posible que nuestro trabajo alcance a más niños y lograr su escolarización.
Quiero dar las gracias a todos los padrinos y colaboradores que nos ayudan desde España. Las Hermanas españolas que nos acompañan nos han contado acerca de los problemas sociales y económicos; aún así, hay quien comparte lo poco que tiene para que nosotras podamos ayudar a personas más pobres. Eso me abre el corazón y me hace dar gracias a Dios. Rezo por nuestros benefactores y pienso mucho en ellos. Gracias a ellos, podemos seguir adelante.
Hna. Rosalie
Misionera