Aprendes a quererlos de uno en uno
Voluntaria de Fundación Juan Bonal dedica un año de su vida a Elsie Gaches.
María Sorribes tenía muy claro que iba a dedicar un año de su vida a compartir sus conocimientos y su tiempo con los niños de una misión. Cogió sus maletas y una cámara de fotos. Con motivo de la Navidad ha pasado unos días con su familia y nos contó algunos detalles de su experiencia. El día 15 vuelve a Manila con los niños de Elsie Gaches.
¿Cuál fué tu primera impresión al llegar a Elsie Gaches?
Cuando entré en Elsie Gaches por primera vez pensé que no podría soportar pasar allí más de un día. Mi primer contacto fue Waterlili, la casita de los más pequeños. A pesar de que parecía todo tan bien cuidado el olor, los niños enfermos… todo aquello fue como un muro de realidad contra el que me estampé de repente. Y sólo me entraron ganas de llorar y de volverme a casa. El segundo día la cosa cambió.
Empezar a jugar con aquellos niños, que me aceptaran, que me abrazaran y me llamaran por mi nombre me llenó de una alegría que no puedo describir.
¿Te han podido las emociones todo este tiempo?
Pues como te digo los primeros días sí. Tenía que hacer un esfuerzo para ser fuerte y no parecer impresionada. Después de una semana todo cambia. Pasas por alto la situación de cada niño, sus dificultades físicas y psíquicas y aprendes a interactuar con el y a intentar darle lo mejor de ti misma.
¿Cómo es un niño en Elsie Gaches?
¡Ufff...que difícil! Cada niño es un mundo aparte. Aprendes a quererlos no en general sino de uno en uno, Tommy, Mares, Isabela…como si fueran casi tus hijos jejeje. Estos niños especiales están necesitados de cariño y se nota solo que una vez te metes en su mundo ese cariño que parece que les estas dando tu es nada comparado con el que te dan ellos. Ya sé que suena a lo que dice todo el mundo pero ¡es que es verdad! Son niños que te hacen sentir especial porque te necesitan. Además de todo eso aquí en Elsie Gaches les enseñan muy bien. Te cuento; el último día tuvimos una fiesta de Navidad patrocinada por una empresa de informática filipina. Trajeron muchísima comida de Jollybee (el McDonalds filipino) y se la repartieron a los niños. Yo estaba dando de comer a Carlos que no quería terminarse el pollo y yo venga a insistir. En vez de comer cerraba la caja de plástico y señalaba hacia algún lugar. Yo no entendía nada. Al final deje de insistir pensando que no tenia hambre y me lo llevé de vuelta a casa con los demás niños. Cuando llegamos me dí cuenta de que Carlos se había guardado la caja con el pollo que quedaba y se la dio a Kristine que no había podido venir a la fiesta. A pesar de que se los margina son niños llenos de valores que nuestra sociedad necesita y que a veces escasean entre los niños que han aprendido a tenerlo todo fácil. A mi se me cae la baba con ellos.
¿Qué hace una chica recién licenciada dedicando un año a estos niños?
Quería hacer algo que me aportase más antes de meter la cabeza de lleno en un trabajo de estrés y sin horarios como es el nuestro. Estudiar Comunicación Para el Desarrollo me dio la idea de combinar el periodismo (mi profesión) y la labor social durante un año. Mi trabajo no sólo va a consistir en hacer voluntariado sino en aprovechar esta experiencia para ayudar a todos estos niños con lo que mejor se hacer que es la comunicación. Con todo el material gráfico e informativo que recopile haremos varias actividades como exposiciones de fotografía, reportajes a los medios, o desarrollo de las web de la Fundación para conseguir objetivos como el apadrinamiento. Cuando le planteé todas mis ideas a la Fundación les gustó y me lancé.
¿Cómo defines a una misionera de Elsie Gaches?
Aquí ¡como unas valientes! Son personas que dedican toda su vida a los demás. Algo que es muy difícil de ver. Aquí se les tiene mucho respeto porque se lo ganan a pulso. Cuando vives un tiempo en Elsie Gaches te das cuenta de que se desviven por estos niños abandonados, que los atienden como si fueran sus hijos y que empeñan todo su tiempo y recursos en sacarlos adelante y mejorar su calidad de vida. Sea cual sea la opinión del público en general acerca de la vida religiosa pienso que no es difícil ponerse de acuerdo en que tienen muchísimo mérito.
¿Cómo valoras ahora la sociedad globalizada al conocer la vida desde el lado de la pobreza?
Creo que a todo el que tiene la oportunidad de pasar un tiempo entre la pobreza y la miseria de este tipo de países le pasa un poco lo mismo. Te impresiona mucho al principio y empiezas a valorar de verdad todo lo que has tenido, las cosas pequeñas etc. Lo malo es que cuando pasa más tiempo perdemos nuestra capacidad de sorprendernos y nos acostumbramos a ver de todo, es como si nos anestesiáramos a base de ver y ver cosas horribles, niños en la calle, prostitución infantil, hambre, abandono... Lo que hay que intentar es no perder esa sensibilidad y volver a pensar en todo lo que has visto una vez vuelves a “tu mundo”.Que no se te olvide lo que sufre la gente y que somos unos privilegiados. Y a poder ser aportar tu granito de arena, ayudar en algo en la medida de tus posibilidades.
Cuéntanos una anécdota.
Algo que se me ha quedado grabado para siempre es un momento con los niños de Waterlili. El segundo día estaba jugando con una Mares, una niña con graves discapacidades físicas, en una colchoneta. Se ve que estaba cansada y en un momento se acurrucó encima de mí, puso la cara entre las manos y cerró los ojos como si estuviera durmiendo. Tommy, un niño de 4 años con Síndrome de Down pensó que mares estaba llorando. Se acercó a ella y empezó a cogerle la carita y a consolarla. Mira, la forma en la que ese niño pequeño cogió a la niña, la miró y empezó a acariciarla fue una de las cosas más bonitas que he visto en mi vida. ¡Me emocioné y todo! Es increíble la sensibilidad que tienen estos niños. Y así mil historias que ya iré contando en el blog.
¿Qué te han aportado estos niños?
Muchísimas cosas. Entre otras aprender a superar las dificultades siendo increíblemente feliz, a tener muchísima paciencia, a aceptar las limitaciones de los demás y alegrarte con las cosas pequeñas y los progresos dentro de tus posibilidades. (Recuerdo por ejemplo la alegría que me dio cuando conseguí que Chester aprendiera a tragarse la papilla un poquito más rápido y mejor). Me llevo una de las experiencias más increíbles de mi vida y todo el cariño que me han dado en este tiempo los niños y que me van a seguir dando hasta que se acabe el año. Creo que también ahora podría aceptar mejor si me viniera un hijo con dificultades o a ser mejor madre en un futuro.
¿Qué dirías a alguien para motivarlo a apadrinar a uno de estos niños?
Diría que gracias a su aportación estos niños consiguen los recursos necesarios para seguir progresando en su educación y desarrollo. Gracias eso estos niños pueden aumentar su calidad de vida. Les diría además que tienen la oportunidad de colaborar en un proyecto real, con niños concretos, que da frutos reales que pueden conocer a través de esta experiencia de un año viendo como se trabaja allí con todo el material gráfico que se muestre (fotos, web, videos, blog) y la profesionalidad de la Fundación. Pienso que es muy bonito ayudar en un proyecto que acoge a niños que han sido marginados por el resto y que se puede hacer mucho bien con muy poco.
Gracias por el trabajo con estos niños María.
María Sorribes
Periodista